Los mercados financieros (MF) resultan cada vez más difíciles de entender y manejar, debido a la ingente cantidad de variables que participan; sin mencionar, las intrincadas expectativas y emociones humanas que podrían estar motivando las operaciones. Por eso, lo más sencillo y seguro es contar con modelos matemáticos complejos como el machine learning bolsa que pueden prever las fluctuaciones en los precios de las participaciones accionarias.
Aunque son bastantes los aciertos, es necesario tener en cuenta que ningún sistema de inferencia es perfecto; sin embargo, es posible predecir el futuro con una cierta exactitud basándose en la acumulación de datos históricos y su tratamiento estadístico. Y los modelos actuales que ayudan en la participación del mercado de valores consideran un gran número de variables internas y externas de mucha complejidad, lo que permite minimizar los errores.
Una de las aplicaciones más utilizadas en el machine learning está relacionada con los sectores de economía y finanzas. La misma se ha convertida en una herramienta vital de apoyo para los analistas financieros, quienes la emplean al inferir cómo será el movimiento de las cotizaciones en la bolsa. Por lo tanto, sobre una base firme y exenta de emocionalidad, el individuo puede decidir qué es aquello que más le conviene; si comprar o no, mantener las acciones o venderlas.
Gracias a las máquinas es factible aumentar la rentabilidad de los procesos
Al realizar el estudio de los mercados, ya sea de forma humana o a través de una máquina, es imprescindible sopesar una gran cantidad de componentes y su evolución histórica. De manera que la predictibilidad sobre eventos futuros tiene que ser capaz de identificar diversas características relevantes y combinarlas de un modo determinado.
El proceso no es simple porque los MF son el producto de interacciones complicadas que se inspiran en un elevado número de operaciones; esto conlleva a que, a diferencia de los fenómenos físicos o químicos, no puedan ser definidos a cabalidad por ecuaciones matemáticas sencillas. No obstante, como se resta el factor emocional, las correlaciones se simplifican y los resultados terminan siendo más eficientes. Así la base de trabajo, que depende de análisis cuantitativos, se depura al máximo.
